Hace varias semanas que te decidiste a cambiar tus hábitos alimentarios. Dejaste los refrescos, el azúcar, las frituras y pastelillos. Ahora comes verduras todos los días y has aprendido a disfrutar muchos alimentos saludables que antes ni siquiera se te habrían ocurrido. Y eso no es todo, también haces ejercicio casi todos los días. Ya es parte de tu rutina. Y a pesar de todo el esfuerzo, la báscula no te da tan buenas noticias como quisieras. Te preguntas ¿porqué no bajo de peso? ¿porqué empecé bien y ya no bajo más?
Lo se, es frustrante. Te hace pensar en volver a tus hábitos menos saludables de antes. Pero espera. No lo hagas. Si ya has dado el primer paso no retrocedas ahora.
Antes que nada, verifica que los objetivos de peso y talla que te has puesto son razonables. Conozco a muchas mujeres que insisten en perder peso o reducir su cintura cuando su índice de masa corporal se encuentra en un rango saludable y su circunferencia de cintura está lejos de un valor de riesgo. Si este es tu caso, sigue comiendo de forma saludable y continúa con tu rutina de ejercicio. Olvídate de la báscula y de los ideales poco saludables que te has formado con respecto a la imagen corporal que deberías tener.
Por otro lado, si sabes que tienes sobrepeso pero no logras bajar, no te desanimes. Esto es algo que le pasa a muchas personas. En unos cuantos casos, esta dificultad se debe a algún problema médico. Por ejemplo una alteración en la función de la glándula tiroides o a algún medicamento que tomas de forma crónica. Pero la mayoría de las veces, el problema es mucho más fácil de resolver de lo que parece. Solo tienes que identificar qué es lo que está pasando.
6 razones por las que no bajas de peso aunque estés a dieta
1. Eres fan de las dietas muy bajas en calorías y métodos de moda para bajar de peso
Si has seguido dietas muy bajas en calorías en repetidas ocasiones, probablemente has sometido a tu cuerpo a períodos de pérdida rápida de peso corporal que luego recuperas y vuelves a perder. Es probable que hayas hecho disminuir tu masa muscular en este subir y bajar, por lo que tu gasto energético en reposo ha disminuido.
Recuerda que no todas las formas de adelgazar son saludables para todas las personas. Siempre debes apegarte a una dieta saludable, adecuada a tus necesidades, que contenga todos los grupos de alimentos en proporciones adecuadas y debes intentar evitar las disminuciones bruscas de peso que pueden hacerte disminuir el tamaño de tus músculos, entre otros riesgos. Si ya lo has hecho, nunca es tarde para corregir el camino. Busca la orientación de un nutriólogo que te ayude a determinar la cantidad de calorías adecuada para ti y el tipo de dieta que te conviene.
Además, intenta agregar ejercicios de fuerza a tu rutina para mejorar tu masa muscular e incrementar tu gasto energético.
2. No estás cuidando la cantidad de calorías que bebes
Tal vez te has acostumbrado a evitar las papas a la francesa, bizcochos, helados, pasteles y otros platillos de alta densidad energética, pero no estás poniendo atención a lo que bebes. Los jugos (aunque parezcan saludables), cafés preparados, licuados, bebidas energéticas y rehidratantes pueden estar sumando más calorías de las que crees. Mira en la siguiente imagen qué bebidas son las más recomendables y cuáles deberías evitar.

3. Comes demasiados alimentos saludables
Sí, hasta los alimentos saludables cuando se comen en exceso pueden sumar más calorías de las debidas. Un tazón grande de avena con leche, nueces y arándanos por ejemplo. Puede estar en tu lista de platillos saludables, pero si no cuidas el tamaño de la porción, puedes estar sumando más de 500 kilocalorías aún cuando elijas leche descremada y no adiciones azúcar. Algo parecido puede pasar con las ensaladas. Haz dado un gran paso al cambiar tu hamburguesa con papas por una ensalada, pero si abusas en el tamaño de porción y no mides la cantidad de aderezo que le adicionas puedes estar comiendo muchas más calorías de las que crees. ¡Todo con medida!
4. Le falta proteína a tu dieta
Si en tu intento por llevar una dieta más sana has eliminado los lácteos y las carnes de tu dieta, es posible que no estés consumiendo suficiente proteína. Nuestro cuerpo invierte más energía para metabolizar las proteínas que otros nutrimentos. Así que si tu dieta es pobre en proteína, podrías estar gastando menos calorías que antes. Aunque abusar de su consumo también es perjudicial, debes asegurarte de consumir suficiente. Para la mayoría de los adultos, un gramo de proteína por cada kilogramo de peso corporal es una cantidad adecuada. Una porción pequeña de pollo, carne, pescado, atún, leche descremada, queso bajo en grasa o huevo en cada comida es por lo general suficiente.
Considera que también los cereales y verduras tienen cantidades pequeñas de proteína, aunque de menor calidad. También puedes obtener proteína de buena calidad de alimentos de origen vegetal si los sabes combinar. Por ejemplo, la combinación de leguminosas con cereales puede sustituir a los alimentos de origen animal en algunas comidas.
5. No estás desayunando
O cenando, o comiendo tus refrigerios. Aparentemente, omitir tiempos de comida puede hacerte reducir tu consumo energético y favorecer la pérdida de peso. Y de hecho, lo hace, sobre todo en un principio. Pero no funciona igual para todos. Algunas personas pueden perder el control fácilmente. Si cuando empiezas a comer tienes demasiada hambre, puedes creer que has comido menos de lo que en verdad comiste.
Por otra parte, desayunar mejora la tolerancia a la glucosa y la sensibilidad a la insulina después de las comidas posteriores (efecto del «segundo alimento»). Esto disminuye la acumulación de grasa abdominal y el riesgo de síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares.
6. Tu rutina de ejercicio no es la óptima
Tal vez haces ejercicio todos los días, pero no estás sacando todo el provecho que podrías. Si quieres adelgazar, lo ideal es que en tu rutina de fitness combines ejercicios de diferentes intensidades y tipos. Aunque hagas cardio todos los días, no deben faltar un par de sesiones de ejercicios de fuerza por semana. Verifica además que la intensidad a la que estás trabajando sea la óptima para perder peso. Si la intensidad de tu rutina es muy baja o llevas mucho tiempo sin cambiarla, es probable que no estés gastando con el ejercicio todas las calorías que crees. Consulta con un preparador físico cuál es la intensidad más recomendable para tu edad, nivel de condición física y objetivos.
Adicionalmente, valora el nivel de actividad física total diaria que tienes. Tal vez sales a correr todas las mañanas, pero el resto del día todas tus actividades son 100% sedentarias. Intenta moverte más el resto del día usando menos tu automóvil, levantándote de tu escritorio a menudo, o saliendo a pasear a tu perro, por ejemplo.
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