Qué es el síndrome metabólico

Últimamente se escucha hablar con frecuencia del  síndrome metabólico por su fuerte impacto en la salud de la población mundial ya que no solo predispone al desarrollo de enfermedades como la diabetes,  la hipertensión y las dislipidemias, sino porque es en sí mismo un desencadenante de enfermedad cardiovascular catastrófica e incapacitante.

 

Qué es el síndrome metabólico

El síndrome metabólico, antes llamado síndrome X, es un conjunto de alteraciones metabólicas y cardiovasculares que se derivan de un estado de resistencia a la insulina y obesidad central o abdominal. Más que como una enfermedad en sí, podríamos verlo como una llamada de atención. Es algo así como «tener la pistola cargada» es espera de que alguien «jale el gatillo».

La resistencia a la insulina ocasiona hiperinsulinemia (aumento de los niveles de insulina en sangre) e hiperglucemia (aumento de los niveles de azúcar en sangre). Estos factores en conjunto incrementan significativamente el riesgo de enfermedades cardiovasculares relacionadas con hipertensión arterial, obesidad, diabetes y dislipidemias.

La resistencia a la insulina juega un papel fundamental en el desarrollo del síndrome metabólico, por lo que es importante entender mejor a qué se refiere.

La insulina es una hormona que se produce naturalmente en el organismo. Después de que una persona se alimenta, los niveles de azúcar o glucosa en sangre aumentan; es en ese momento cuando el páncreas produce insulina, que ayuda a distribuir esa glucosa a todos los órganos y tejidos del cuerpo para que sea usada como combustible.

La resistencia a la insulina es una respuesta defectuosa o anormal de la insulina en los tejidos periféricos como los músculos, el hígado y la grasa, en la que ésta hormona no ejerce sus funciones biológicas normales, ocasionando como mecanismo de compensación un aumento en su producción (hiperinsulinemia).

Es importante mencionar que los componentes del síndrome metabólico no son aislados, sino que se relacionan totalmente unos con otros; así que, un adecuado control de la obesidad mejorará la tolerancia a la glucosa y de la misma manera, cuando disminuye la resistencia a la insulina, se aprovecharán mejor los hidratos de carbono de los alimentos y será más fácil el control del peso corporal.

Factores de riesgo

El factor genético es un factor determinante para el desarrollo del síndrome metabólico. Algunos estudios demuestran que  los hispanos son uno de los grupos con mayor predisposición genética a padecer este síndrome. Sin embargo otros factores como el estilo de vida y el ambiente sociocultural son otros componentes  que  predisponen  a desarrollar síndrome metabólico. Dentro de los factores del estilo de vida que más pueden favorecer la aparición del trastorno se encuentran el llevar una dieta inadecuada, rica en grasas saturadas y azúcar  y pobre en fibra y el sedentarismo.

Diagnóstico

Aunque aún no existe un criterio unificado para hacer el diagnóstico de síndrome metabólico, uno de los criterios  actualmente aceptados es el que hace el diagnóstico cuando se conjuga la obesidad  con dos o más de los siguientes aspectos:

  • Circunferencia de cintura mayor de 94 en hombres y de 80 en mujeres
  • Glucosa en sangre de 100 mg/dl o más en ayunas o estar bajo tratamiento para controlarla
  • Triglicéridos en sangre de 150 ml/dl o más o estar en tratamiento para controlarlos
  • Lipoproteínas de alta densidad (colesterol bueno) por debajo de 40 mg/dl o estar en tratamiento
  • Presión arterial de 130/85 o más o estar en tratamiento para controlarla

 Tratamiento

Como en cualquier otra enfermedad, el objetivo del tratamiento para el síndrome metabólico es disminuir la mortalidad y las complicaciones relacionadas con el padecimiento así como mejorar la calidad de vida.

El tratamiento debe iniciarse con modificaciones al estilo de vida y los fármacos de prescribirán solo en caso necesario. La dieta y el ejercicio pueden ser suficientes para mantener un estado saludable y para prevenir las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.

La dieta debe ser  rica en fibra, limitando el consumo de grasa y de alimentos con índice glucémico alto. El ejercicio debe ser predominantemente de tipo aeróbico, cinco veces por semana en sesiones de 30 a 45 minutos.

Con estas modificaciones al estilo de vida mejora la sensibilidad a la insulina y la tolerancia a la glucosa, se reduce la presión arterial y los niveles de triglicéridos, aumentan los niveles de lipoproteínas de alta densidad (colesterol bueno) y  mejora la función cardiopulmonar.

En algunos casos  será necesario agregar también tratamiento farmacológico para controlar la presión arterial, la glucosa en sangre o los niveles de triglicéridos y colesterol en sangre. Estos casos deberán ser valorados individualmente por el médico.

 

Fuentes:

  • Carrillo, R., Sánchez, M., Elizondo, S. Síndrome metabólico. Recuperado de http://www.ejournal.unam.mx/rfm/no49-3/RFM49305.pdf
  • Alberti K, Eckel R, Smith Jr S y cols. Acuerdo sobre los criterios diagnósticos del síndrome metabólico. Circulation 120(16):1640-1645, Oct 2009.

Autor: Mariana Alvarez Aceves

Nutrióloga, docente, asesora nutricional en línea. Amante de la docencia, la investigación y la nutrición basada en la evidencia.

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