Y no me refiero a los riesgos de salud relacionados con el sedentarismo y las horas sentados frente a una pantalla, aunque no son nada despreciables tampoco.
Me refiero más bien a la enorme cantidad de información sobre salud incompleta, incorrecta, sesgada y manipulada con la que podemos toparnos. Y muy en particular hablo de información relacionada con dietas y nutrición.
Se que este riesgo ha estado allí desde siempre, no es una novedad, pero me sorprende las dimensiones que está alcanzando. Y no me mal entiendan, no quiero decir que tener información sea malo. ¡De ninguna manera! Es solo que me doy cuenta que es tanta la información a la que tenemos acceso, que es cada vez más difícil juzgar qué es lo que vale la pena leer.
Ayer, mientras revisaba las últimas actualizaciones de mis contactos en una famosa red social, encontré un enlace a un artículo con un título que me pareció sugerente. Fui a leerlo. El sitio web al que llegué no era la fuente original del mismo, pero me fue llevando a través de varios blogs hasta que llegué al del autor, donde encontré varios artículos muy similares. En realidad la misma información presentada muchas veces de diferentes formas. Pero todo giraba en torno a recomendar una dieta baja en hidratos de carbono y rica en grasa. Pero en realidad me sorprendió la forma tan «convincente» en la que la información está presentada. La seguridad con la que el autor afirma que todo lo que sabemos o creemos saber sobre nutrición es falso. Cómo las recomendaciones que hoy hacen las autoridades en nutrición son la verdadera causa de la epidemia global de obesidad y muchas otras cosas más.
Y toda la información, asegura el autor, está sustentada científicamente. Así, una persona cualquiera que pasa un rato leyendo en busca de ayuda para bajar de peso, puede terminar convencida de que puede comer cualquier cantidad de grasa saturada sin ningún perjuicio para su salud, de que cocinar con manteca o mantequilla es mucho más saludable que hacerlo con aceite de canola, que puede comer toda la carne que quiera al día, que no debe comer nada que venga del trigo, o de que comer dos o tres porciones de fruta al día no es para nada necesario. Además estará segura de que esta información tiene un respaldo confiable, pues los posts tienen enlaces a artículos científicos publicados en revistas serias. Muchas de ellas revistas que yo consulto habitualmente para preparar clases para mis alumnos universitarios.
Pero el problema no es la fuente, sino la interpretación y manipulación que se hace de los datos. El lector promedio, que no está acostumbrado a leer artículos científicos sobre salud o nutrición y menos aún si están en otro idioma, tal vez no se dará cuenta de que lo que dice el fabuloso post en el sitio web que está leyendo no es para nada lo que el artículo científico quería decir. O no se dará cuenta que tal vez la conclusiones a las que está llegando nuestro convincente escritor están hechas a partir de unos cuantos estudios preliminares, de investigaciones realizadas en muestras de población muy pequeñas, de estudios epidemiológicos sin estudios clínicos, de investigaciones con escaso rigor metodológico…..En fin de publicaciones de las que definitivamente no se puede generalizar.
Y bueno, este es solo un ejemplo, como hay tantos. Sitios que aseguran que las más aberrantes dietas para bajar de peso son las más adecuadas, sitios que recomiendan o venden «suplementos dietéticos» y medicamentos, sitios que promueven los trastornos de la conducta alimentaria y muchas otras conductas riesgosas entre los jóvenes, en fin.
Y finalmente, a donde quiero llegar, es a recomendarles ser muy cautelosos a leer información de salud en Internet.
Algunas pautas para elegir los sitos más confiables para leer información de salud son:
- Piensa que elegir un recurso de información es como elegir un médico. No vas con cualquiera, buscas uno que te inspire confianza.
- El sitio debe contener datos sobre sus colaboradores.
- Desconfía de cualquier sitio que pregone ser el único o el mejor para algo.
- Determina si la gestión y revisión del sitio se realiza por un experto o comité de expertos en el tema.
- La información debe tener una fecha de publicación.
- Verifica que si hubiera publicidad, anuncios o patrocinios en el sitio, estos estén claramente identificados.
- Usa tu sentido común. Desconfía de cualquier tratamiento o remedio milagroso.
- Aunque la información en Internet es complementaria, siempre consulta tus dudas e inquietudes sobre salud con algún profesional de tu confianza.